miércoles, 20 de marzo de 2013

SEGOVIA ANDRES


SEGOVIA ANDRES

     
Nació en el año 1893 en Linares/Jaén - m. 1987 en Madrid Es probable que el impacto Tárrega, padre de la moderna escuela guitarrística, y el de sus discípulos Llobet, Robledo, Fortea, Pujol, etc., que difunden esa escuela en Europa y América, no hubiese sido determinante sin el apoyo e impulso gigantesco de un Andrés Segovia, con el que la guitarra de concierto consigue independizarse de la guitarra popular e imponerse en escenarios "cultos".

La trayectoria artística de Andrés Segovia marca un hito sin precedentes en la historia del instrumento. Pasa los dos primeros años de su vida en Linares, siendo luego confiado por sus padres a unos tíos que viven en Villacarrillo. Algún tiempo después, no mucho, siente ya vocación por la música y sus tíos le ponen un profesor. "Aún no había cumplido seis años cuando me pusieron bajo la férula de don Francisco Hervera, violinista. A la primera lección de solfeo, el irascible maestro me pellizcó e hizo llorar. Le cobré miedo a él y aversión a lo que me enseñaba. Mi tío, con tacto y buen juicio, me retiró de sus estériles enseñanzas."(A.
Segovia, "Autobiografía").

A la edad de 10 años En 1902 la familia se traslada a Granada, donde el futuro guitarrista siente que como él decía "se me abren los ojos a todo lo amable y bello de la vida." Aquí renace con fuerza su vocación por el arte al relacionarse con "tocaores" y aficionados, de uno de los cuales recibe alguna lección de guitarra, a la par que se inicia en bachillerato en el Instituto. Pocas lecciones, pues su formación será por completo autodidacta y ante la oposición familiar, que advertía inquieta que la guitarra le absorbía cada vez más tiempo. "Ciertamente, no hay ejemplos de grandes figuras en la guitarra que inspiren respeto, como sucede con los demás instrumentos admitidos en las salas de conciertos. Mis tíos conocían la reputación de un Sarasate, de cierto joven Casals, de un pianista que había dado en Granada dos conciertos, cuyo nombre era Sauer. Y de otras celebridades semejantes, pero cuando vuelven los ojos a la guitarra y me ven preso de su encanto, tiemblan por mi porvenir, y recuerdan a Paco Lucena, al maestro Patiño, a Longaniza y otros nombres parecidos que desenvolvieron sus dudosas actividades guitarrísticas en el ámbito de una taberna. Tal cuadro no era muy del gusto de mi familia y decidieron cortar enérgicamente mi vocación, obligándome, mediante la presencia de maestros particulares, a seguir los estudios honrados del Instituto y la Universidad." (A. Segovia,"Autobiografía").

          En 1910 ofrece su primer recital en el Centro Artístico de Granada. Su primera guitarra la adquiere en el taller de Benito Ferrer. "... Y me entregaba a pesquisas de tiendas de música, bibliotecas y casas particulares, gracias a las cuales hallé algunas piezas de Arcas, de Sor, de Tárrega, de Giuliani. Escasas eran las nociones que tenía yo de solfeo e insuficientes para descifrar esa música. Me apliqué pacientemente a enriquecerlas. Como tenía que esconderme de mi familia, adquirí secretamente un método de solfeo y una teoría de la música y mientras en casa dormían, yo me entregaba al estudio; redoblando mi esfuerzo llegué a ser un buen solfista. Así inauguré mi autoenseñanza. En adelante, sería mi maestro y mi discípulo." (A. Segovia, "Autobiografía") . A1 recital de Granada sigue otro en Córdoba; y luego a Sevilla, donde, tras una audición privada, consigue un recital para el Ateneo.

Se suceden los recitales en Sevilla y Huelva. Entre tanto han fallecido sus tíos y vive con su abuela materna en un "carmen" del Albaicín. Entonces hace un descubrimiento desalentador: "Comprendí que los métodos para aprender la guitarra eran de pobreza franciscana, comparado con el número, la variedad y el orden progresivo de los ejercicios contenidos en cualquier libro de técnica pianística, elemental o superior.

Este descubrimiento, lejos de desalentarme, me enardeció. Observé con cuidado la eficacia de cada estudio, como hacía trabajar a los dedos y cual era el grado de independencia, fuerza y agilidad que  desarrollaba en ellos. Cuando regresaba a mi cuarto trataba de aplicar a la técnica de la guitarra mis observaciones y comprobaba con alegría indescriptible que las formulas ideadas por mí iban también acrecentando el vigor, la elasticidad y la rapidez de mis dedos."(A. Segovia, "Autobiografía").

Parte para Madrid en 1912, y ese mismo año ofrece un recital en el Ateneo, su primer recital importante, haciendo ya uso de la guitarra de Manuel Ramírez, que este le regalase, con la que tocará hasta 1937. (Este instrumento ha sido donado por su esposa Emilia Segovia, al Metropolitan Museum de New York, donde se encuentra  expuesta). El recital es organizado por varios amigos, entre ellos Juan Ramón Jiménez, galardonado posteriormente con el Premio Nobel. No fue un gran éxito. No hubo repercusión de prensa. Pero el director de un banco, que lo oye, lo invita a tocar en su casa y le paga un buen "cachet": "Me pagó veinte duros como veinte soles, con lo cual fui tirando de nuevo, hasta marcharme a Valencia, que por ser la tierra de Tárrega, creí que sería el emporio de  la guitarra." (A. Segovia, "Autobiografía") .No lo era. Pero allí conoce a Miguel Llobet, con el que entabla amistad, y viajan juntos a Barcelona, donde aquel le consigue una actuación en el Círculo de Bellas Artes, y el pianista Marshall otras en el Tibidabo, en la Sala Granados y en la Sala Mozart. En Barcelona dará hasta quince recitales, el último de ellos en el Palacio de la Música Catalana, el 12 de marzo de 1916.

Aunque Segovia no llega a conocer a Tárrega, muerto en 1909, si sostiene contacto con sus discípulos, recibiendo a través de estos los influjos del maestro castellonense. Por aquellas fechas se reunen en la vaquería del guitarrista aficionado Leon Farré. El dibujante Ricardo Opisso, casado con una hijastra de Farré, se refiere a estas reuniones en un artículo aparecido en el "Diario de Barcelona", de marzo de 1952: "... además de una serie de aficionados y eruditos, también como es natural, desfiló por dicho establecimiento toda la pléyade de jóvenes guitarristas cuya fama, a la sazón, empezaba a florecer. Estos no eran otros que Miguel Llobet, Emilio Pujol, por quien el maestro Tárrega sentía máxima preferencia, Andrés Segovia, y el malogrado y siempre recordado Francisco Alfonso; así como también Regino Sainz de la Maza, este muy niño aún, ya que siempre vino acompañado de su señora madre y de sus otros dos hermanitos.

1917 es un año pródigo en actuaciones: vuelve a Madrid, al Ateneo; emprende una gira por varias provincias españolas y sur de Francia, y vuelve a la capital de España, al Teatro de la Comedia, para inmediatamente seguir por provincias. Su vida concertística ha comenzado, y durará a lo largo de toda su vida; su renombre no cesará de crecerse irá convirtiendo más y más en un mito guitarrístico. Con él también se romperá una leyenda negra sobre la débil sonoridad del instrumento, que asombrara a los propios guitarristas.

En 1920 emprende su primera gira por Sudamérica dándose a conocer en Buenos Aires y Montevideo. Antes de la partida, manifiesta: "Voy ahora a América. Mi empresario me asegura que tendré allí grandes éxitos; ojalá no se equivoque. Tocaré como toco siempre, abandonándome a esa emoción que nos hace felices cuando va de nosotros al público. Voy contento, feliz, y a fuer de romántico, me figuro que la guitarra, tantas veces comparada con la mujer, lo es, en efecto. En estos tiempos en que el sentido heroico acaba de ser mancillado por la gran guerra, me cabe a mí, artista humilde y orgulloso a la vez, la fortuna de poder ir a luchar según la formula suprema, por mi dama y por mi fe." (A. Segovia," Autobiografía").Regresa a España y se casa con Adelaida Portillo (1920), siendo fruto de este matrimonio sus dos hijos: Andrés y Leonardo.

En 1921 vuelve de nuevo por Sudamérica y la casa Romero y Fernández, de Buenos Aires, edita sus transcripciones y arreglos. En 1922 toma parte como organizador e intérprete en el Primer Concurso Nacional de Cante Hondo, celebrado en Granada, junto Manuel de Falla. En 1923, México y Cuba. En 1924, primera actuación en París, tras un año de intensa preparación. "En uno de aquellos días del mes de abril de 1924 llegaba yo por primera vez a la capital de Francia. París me deslumbró y dedicaba mi tiempo más a contemplarlo que a recogerme en el estudio. Paseaba sin descanso por calles, plazas y parques; entraba a museos y mansiones históricas; visitaba iglesias; recorría exposiciones; asistía a conciertos, comedias, óperas, y exhausto del trajín turístico del día y de la noche, regresaba a buscar unas pocas horas de reposo en la terraza de algún café de los Campos Eliseos o en algún banco del "Bois de Boulogne" o del
"Luxembourg", para contemplar el mágico juego de luces que los atardeceres regalan a París. Las cartas de presentación que Turina, Arbós y otras personalidades que me habían dado para amigos y colegas franceses yacían en un cajoncillo de mi escritorio. Me invadía invencible pereza cuando me disponía a visitar a sus destinatarios, y acababa siempre aplazando ese paso difícil." (A. Segovia, "Autobiografía").





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